De Avicena a Derrida: Water on Fire [Agua en llamas] de Tarek El-Ariss

Water on Fire [Agua en llamas] de Tarek El-Ariss
New York: Penguin Books, 2024.
ISBN: 9781635424461, $17.99, pp. 272.

De Avicena a Derrida


Por Joselyn Michelle Almeida

El filósofo Paul Ricoeur escribe que la rememoración y el olvido cimbrean entre los varios tipos de memoria: la personal, la pública, la institucional y la historiográfica. El género literario de la memoria de guerra se presta a varias lecturas desde cada uno de estos campos. A la vez un testimonio personal de la vivencia de la guerra y una expresión de la coyuntura entre el individuo y la colectividad, la memoria de guerra se convierte en parte de la memoria historiográfica través del libro. En algunos casos, como la memoria de guerra de Charles de Gaulle en el siglo XX, llega a formar parte de la identidad oficial de un país.

 Como género literario, la memoria de guerra suele recoger las vivencias de aquellos en el campo de batalla, desde generales hasta combatientes (véase Yasir Arafat me miró y sonrió de Youssef Bazzi en este número). En Agua en llamas [Water in Fire], Tarek El-Ariss construye otro tipo de memoria de guerra, una que sigue al autor desde su niñez hasta su juventud y mediana edad mientras rememora la Guerra Civil libanesa (1975-1990). La profundidad y la riqueza intertextual de la memoria de El-Ariss, que cita desde Avicena hasta Freud y Derrida, refleja su erudición y vocación como docente de la facultad de literatura comparada de la Universidad de Dartmouth en Nuevo Hampshire.

La obra de El-Ariss, cuyo apellido significa novio en árabe (ariss), desarrolla el género de la memoria como bildungsroman y confesión: la escena que enmarca la memoria comienza en la oficina de una psicóloga en Manhattan, Nueva York. El lector, identificado con la terapeuta, acompaña al protagonista en un recorrido narrativo que lo lleva desde sus primeros recuerdos y los años de la guerra hasta sus múltiples desplazamientos huyendo del conflicto, primero desde Beirut a Londres, luego a Abiyán en la Costa de Marfil y finalmente a Manhattan a través de Rochester, Nueva York.

El relato efectúa una catarsis que a la vez revela al lector la poderosa y larga sombra de la guerra, resultando en una especie de genealogía de la destrucción: implicados en la Guerra Civil libanesa están tanto la Primera como la Segunda Guerra Mundial, los proyectos del colonialismo británico y francés del Siglo XIX y el imperialismo estadounidense e israelí del XX, que continua hasta el presente. A pesar de esta red de guerra y muerte, la memoria afirma la voluntad feroz de supervivencia del ser humano, como escribe El-Ariss en «Los raqueros», el capítulo que presentamos traducido en este número. La resistencia funde valentía y gozo: «Nos enfrentamos a la violencia con un valor ilusorio y una obstinada alegría de vivir», escribe.

Tarek El-Arris

El niño que vive la guerra representa esta alegría irreprimible para El-Ariss, cuya infancia, según él, fue la de un niño burgués en cualquier parte del mundo. Su padre, un médico, proviene de una familia interreligiosa; Bahieh, la nana que lo cuida y se convierte en una madre sustituta al darle el cariño que su propia madre no puede, acompaña a la familia durante las vacaciones a Londres o París. (La recuerda conmovedoramente mientras declara años después que es ibn Bahieh, el hijo de Bahieh). El-Ariss asimismo retrata la cultura cosmopolita de la Beirut de los 70 a través de personajes evocadores como Madame Dupont, una exiliada francesa y su profesora de francés, y el director del colegio, M Lavide, quien resulta ser una especie de espía.

La profesión médica del padre le brinda oportunidades de estudiar y viajar a El-Ariss, y también protege a la familia durante la guerra después que decide quedarse en el país y mantener sus clínicas abiertas. Cuando el sectarismo parte a Beirut en dos, el este de la ciudad queda dividido del oeste; en su calidad de médico, el padre obtiene un salvoconducto militar que le permite cruzar de un lado a otro, una hazaña en medio de una guerra civil. Pero tal vez la admiración que más marca al niño proviene de la rutina que sus padres establecen en el club de playa al que pertenecen para defender la cotidianidad de la vida mientras la guerra avanza: «La playa ya no era sólo un lugar de ocio y recreo, sino un espacio para inventar una realidad adyacente a la de la guerra… Nuestra bahía reluciente que miraba al horizonte, atrapada entre el agua y el fuego, nos proporcionaba la ilusión de la libertad».

El fallecimiento repentino del padre deja a la familia desprotegida y la guerra irrumpe en el mundo idílico del club de playa con la herida fatal de un amigo por un francotirador que lo deja en un largo coma. La familia se fragmenta: su hermanos estadounidenses, frutos del primer matrimonio del padre, se marchan y Bahieh también tiene que irse. Señala el autor, «Mil novecientos ochenta y cinco me convirtió en adulto a la edad de doce años». La sensación de abandono y la pérdida del mundo de la niñez se profundizan cuando la madre de El-Ariss lo envía a vivir a Abiyán con uno de los hermanos. El «terror» a lo desconocido, la agonía de sentirse huérfano y dejar todos los afectos de su infancia marcan a El-Ariss por el resto de su vida y sufre enfermedades psicosomáticas sucesivamente.

A pesar del trauma destructor de la guerra y la escolaridad interrumpida que sufrió, El-Ariss terminó el bachillerato en Abiyán y fue a la universidad en Rochester, Nueva York, para luego hacer un doctorado en literatura comparada. Los libros que rescata de una ciudad a otra se convierten en una especie de talismán, y sus autores en espíritus tutelares que ayudan también al lector a recorrer el paisaje del inconsciente colectivo del texto: Albert Camus, De Sade, Baudelaire, Rimbaud, Marguerite Duras, Emile Zola, Shakespeare, Dostoyevsky, Mahmud Darwish y Sadiq Jalal al-Azm, entre otros. Sus amistades son internacionales, y muchos, como él, refugiados de la guerra. La bisexualidad se suma a su experiencia y tiene relaciones intensas con mujeres y hombres. A través de los encuentros que describe en la memoria, El-Ariss presenta el deseo como una especie de gusano invasor que permanece latente en la piel, predispuesto a brotar cuando uno menos se lo espera. Esta imagen, tanto renacentista como metafísica, ilustra la prosa prismática y barroca de El-Ariss, cuya riqueza metafórica sugiere más allá del texto.

Ya adulto, al cabo de muchos años, el autor estaba viviendo en Nueva York durante el Atentado del 9/11 y los desplazamientos de su vida por cuatro continentes le parecieron inútiles, ya que la guerra había vuelto y lo había alcanzado en un país donde se creía a salvo. Sin embargo, esta nueva crisis lleva a El-Ariss a reiniciar su vida como un especialista de estudios de Oriente Medio y el Islam, religión en la que profundiza a través de sus ensayos y docencia académica para contrarrestar los prejuicios contra la misma, y contra el pensamiento binario que imperó en EE.UU. después del ataque en Manhattan y que desafortunadamente vuelve a escucharse.

Después de sufrir la guerra en primera persona como niño y adolescente, la voz culta y profunda de El-Ariss se levanta contra el dolor y la injusticia de aquellos que la sufren, movilizando los recursos simbólicos, culturales y literarios que le han permitido sobrevivir y contarlo. Reflexionando sobre el amargo destino de su amigo Hussein, también un huérfano que tuvo que abandonar la escuela, escribe: «Este es el destino de los niños cuando sus padres mueren y los países implosionan». En Agua en llamas, El-Ariss da el testigo sobre la memoria de su vida en la guerra, una que recuerda a todos los niños y niñas vulnerables que aún tiemblan bajo la larga sombra de la violencia y que nadie nombra.

Joselyn Michelle Almeida, Madrid

Joselyn Michelle Almeida, PhD. es la autora del poemario Condiciones para el vuelo (Libros del Mississippi, Madrid 2019) y de varios estudios y artículos de filología anglo-hispana. Cursó estudios clásicos y filología inglesa en Tufts University, y se doctoró en filosofía y letras de Boston College.  Su experiencia profesional abarca el campo de la lengua y la literatura como docente e investigadora en la Universidad de Massachusetts Amherst y otras universidades estadounidenses, y como editora y traductora. Entre otras, ha sido becaria de la Fulbright y de la National Endowment for the Arts en EEUU.

Tarek El-Ariss es el titular de la Cátedra James Wright y el Director del Departamento de Estudios de Oriente Medio en el Dartmouth College. En 2021, obtuvo una beca Guggenheim para completar su nuevo libro, Water on Fire: A Memoir of War. Formado en filosofía, literatura comparada y estudios visuales y culturales, trabaja en diversas disciplinas y lenguajes para examinar las nociones del sujeto, la comunidad y la modernidad. Sus intereses de investigación incluyen la literatura, la cultura y las artes árabes; la teoría literaria, los nuevos medios y las humanidades digitales; la Nahda y los estudios de la modernidad; la escritura de viajes y la novela de guerra; los estudios de ciencia ficción y utopía; la filosofía y la literatura francesas de los siglos XVIII y XIX; y los estudios de género y la sexualidad. Es autor de The Trials of Arab Modernity (2013), Leaks, Hacks, and Scandals: Arab Culture in the Digital Age (2018), y editor de la antología MLA, The Arab Renaissance: A Bilingual Antology of the Nahda (2018).

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