La escena cultural en Omán experimentó durante el último siglo transformaciones históricas y sociales profundas como resultado de su apertura a otros países, culturas y literaturas que no hicieron más que desequilibrar y retar sus tradiciones y costumbres. Esto impulsó a Omán hacia una espinosa encrucijada entre estructuras socioculturales tradicionales y arraigadas en la identidad omaní; pero a la vez frágiles y susceptibles de quebrarse ante cualquier novedad que cuestionara sus fundamentos, y otras nuevas que anhelaban el avance y el desarrollo. Esa nueva escena cultural supuso una lucha de identidad que se manifiesta en la sensibilidad y las distintas formas creativas de los autores omaníes, siendo la escritura para algunos una ventana imprescindible que da al mundo exterior. Para estos autores, la literatura trasciende las fronteras de la propia identidad, busca conocer al otro y asomarse a la pluralidad humana. En este sentido, las diferentes formas creativas de estos autores, ya sea poesía, novela o relato, van a abrir un nuevo horizonte que va de la mano de la imaginación. Estos autores estrenan en Omán proyectos literarios que aspiran a cambiar el mundo mientras lo describen, lamentan o explican. Dicho de otra forma, sus producciones literarias revolucionarán lo cotidiano, en cuanto a estilos de vida, ideas, y formas de expresión. Frente a estos autores existieron otros que, en lugar de tender puentes y abrir ventanas al cambio, levantaron muros y paredes, bloqueando así toda perspectiva y visión. Dichos autores sostuvieron que el cambio fue perjudicial, es decir, se convierte en una desviación de lo arraigado. El cambio y las miradas nuevas y trascendentes solo son aceptables con la condición de que no violen el origen, dicho de otra forma, que sean compatibles con el pasado y las raíces y que estén guiados por su espíritu. Llevado al ámbito de la creación, la literatura para estos autores, en general, es una repetición técnica de formas e ideas inertes y agotadas. En ella, los escritores no abren camino nuevo, sino que caminan sobre lo andado. La literatura representa un valioso caudal de palabras, expresiones y
descripciones hechas y usadas. La palabra creativa, por tanto, es una túnica fabricada que sirve para vestir temas externos y prefabricados, de ahí que la literatura sea una copia vinculada artificialmente a la realidad. En ese horizonte se desarrolla la tercera tendencia de escritores que no querían cambiar el mundo, derrumbar sus paredes o crear otro nuevo, sino reflejar la realidad, hablar con ella, describirla y dar testimonio de ella. De una forma u otra son escritores-espejos, no intentan ver en la realidad más de lo que hay en ella, procuran verla con todo lo que hay en ella, aman las cosas que les rodean, por sí mismas y por lo que representan. Así todo adquiere su valor y su sentido. Para estos autores, la realidad no es más que un campo de acción y la literatura es espejo de sus experiencias. Esta es la línea que traza la literatura moderna en Omán, y hemos querido en este número especial de Banipal celebrarla a través de un conjunto extraordinario de voces omaníes, cuya escritura revela un mapa literario nuevo y refrescante de ese país poco conocido por el lector español. Arrancamos este número con la novela, un género literario que pasó por varias etapas y encrucijadas desde su consolidación. Así, apostando por la
experimentación, tanto en forma como en contenido, la escritora omaní Huda Hamed esboza en su novela Cenicientas de Mascate un mundo de ficción mezclando fantasía con realidad para comparar dos tiempos: uno en el que la vida era sencilla y mágica a la vez y otro en el que la vida se modernizó, ocultando su cariz bello. Dilshad es el título de la novela de Bushra Khalfan que narra el origen y la transformación social de la capital costera omaní, Mascate. Nos presenta a la infancia de la ciudad contada por unos personajes que describen las circunstancias de su vida en forma de confesiones y monólogos, todos pertenecientes a lo que la escritora se refiere como el tiempo de hambre. Los dedos de Máriam de la escritora Aziza al-Taie se nos presenta como una novela engañosamente sencilla. En sus inicios, narra las vicisitudes de un matrimonio omaní, pero poco a poco, a medida que avanzamos con la lectura, el ritmo sube y lo corriente desaparece y es reemplazado por una complejidad que une a los personajes abriendo la novela a una sorprendente pluralidad narrativa. La escritora omaní Ghalya ´Al Said nos ofrece en su novela Días en el paraíso una nueva versión de un Don Juan que no representa más que falsedad, ambición y codicia. Es una novela que vuelve a trazar los rasgos de nuestras crueles sociedades del siglo XXI, unas sociedades llenas de depredadores entregados a la maldad, al enredo y la hipocresía. El escritor omaní Ahmed al-Rahbi nos adelanta un capítulo de su novela inédita La loca en la que utiliza distintos estilos narrativos para profundizar en la realidad cambiante y múltiple de la sociedad omaní. El cuento es otro género literario que experimenta hoy en Omán un desarrollo notable. Aquí debemos destacar el papel fundamental de los suplementos culturales encabezados por la revista trimestral Nizwa en la presentación y proyección de las nuevas voces narrativas como en el caso de la escritora Jokha Alharthi que a través de cinco cuentos nos retrata la naturaleza de las relaciones humanas y propone una definición de la amistad y de la vida, esbozando así una nueva imagen de la mujer omaní moderna. Mahmoud al-Rahbi vincula la ironía con la realidad social y política en una proyección inteligente que se manifiesta a través de un estilo lingüístico ágil y fluido. En l
a biografía del miedo Al–Khatab al-Mazrouai nos retrata al ser humano en su incansable búsqueda de poder y dominio sin lograr cosechar más que el viento. Abdulaziz al-Farsi esboza en su cuento El hombre del balcón un mundo misterioso y sugerente que vacila entre la verdad y la ilusión de la misma manera que los personajes lo hacen entre la luz y la sombra. Hamood Saud recurre en su cuento Los piratas de Wadi Adei a la memoria, el espacio, la historia y los sueños para crear unos relatos que desembocan en otros, representando así la vida misma que se abre a distintas posibilidades. Tanto el escritor Younis al-Akhzami como Yahya Salam al-Mandhari nos introducen con sus cuentos, El dedo y Ante la puerta del valí, respectivamente, en mundos narrativos extraordinarios utilizando un lenguaje penetrante de gran eficacia que penetra la realidad mientras la transciende. La creación poética actual en Omán merece ser traducida y presentada al lector español, ya que logró romper con la tradición, renovar su creatividad y producir temas acordes con la nueva vida. En este sentido, nos encontramos en este número con una poesía del asombro que pretende captar lo que se le escapa a la mente. Los versos de Zaher al-Ghafri, según señala el gran poeta Adonis logran «disolver las cosas y el pensamiento en otro tejido literario en el que las palabras se despojan de sus funciones y relaciones habituales y se les asignan otras». Fatema al-Shedi, por su parte, descubre nuevas relaciones entre las cosas y los seres, siendo la imaginación el tejido de estas relaciones y el medio de conocimiento al que no llega la conciencia. Con Mohamed al-Harthy, la poesía es el arte de forjar las palabras. Aisha al-Saifi revela su inquietud ante el ayer, el hoy y el mañana, como si el miedo fuese la única piel que envuelve el cuerpo de este mundo. Yahya al-Naabi, Abdyaghooth, Fathiya al-Saqri y Abdullah al-Riyami son poetas que huyen de las pesadillas de la vida real y se refugian en el sueño y la infancia, recurriendo insistentemente a la naturaleza. En sus sueños insondables, estos poetas se apoyan en un lenguaje vigoroso e iluminado. Estimado lector, confiamos haber logrado nuestro propósito al ofreceros una selección representativa de una literatura tan vibrante y variada como lo es la omaní. Esta literatura es fruto de un presente desconcertante pero esperanzador al que tan acertadamente desafía.
Jaafar al-Aluni