Seis poemas de Mosab Abu Toha

Mosab Abu Toha

 

Traducción del inglés de Joselyn Michelle Almeida

EJERCICIO INTENSO

En Gaza
respirar es una tarea,
sonreír es hacerse
cirugía plástica
en el propio rostro,
y levantarse por la mañana
intentando sobrevivir
otro día, es regresar
de los muertos.

 

NÓMINA EN ESCOMBROS

¿Por qué para aumentar el salario del piloto
no se lleva unos escombros el avión
después de bombardear
una casa?
En conjunto, el acero y las piedras tienen más peso
que las almas.

 

LA PARED Y EL RELOJ

Ese reloj siempre está en la pared.
Cada vez que entro a mi habitación, siento
curiosidad, quiero bajarlo, ver
qué guarda detrás de su cara.
Quiero ver cómo le pasan los años.
Mi padre lo trajo cuando yo era niño.
Quiero contar su dentadura
para saber qué edad tiene.

Pero el reloj no envejece.
Los números nunca cambian.
El único que cambia soy yo.

Y luego está la mecedora,
y estoy sentado allí, solo
en la habitación, meciéndome,
sin hacer nada empero
imaginando la pared gritando al reloj:
«¡Basta ya del tictac! ¡Me duelen los oídos!».

Miro las grietas de la pintura en el muro.
Son más que el sonido del reloj.
Los huecos de las balas me miran
cuando entro en la habitación.

                        (El reloj no cayó herido en aquel ataque).

Me apresuro a sacarle las baterías.
Le susurro:
Te llevaré al médico,
aunque no eres el único que está enfermo.

La pintura no se descascara más.

Llevo el reloj al relojero;
le pido que lo enmudezca.
Le quita las cuerdas vocales,
lo enmienda hasta cerrarle la boca.
No vi los dientes,
ni pregunté al médico.

En casa, le vuelvo a poner las baterías.
El reloj funciona en silencio.
Se suma a la quietud de la alcoba.

Me siento en el sillón, leo algunos poemas en voz alta
para tirar de los hilos de silencio que cuelgan
del techo.

La brisa del frío nocturno entra por los huecos de la pared.
Rompo unas páginas que acabo de leer
metiéndolas en ventanas sin cerrar, deformes y pequeñas.

El próximo día llego dos horas tarde al trabajo.
El reloj quedó mal ajustado después del “tratamiento”.
Estoy seguro de que me habría advertido
si fuera capaz de hablar.

Se cae el número 4 de la cara del reloj
cuando intento ajustar la hora.

                        Como si se le hubiera caído un diente delantero.

A los cuatro días,
mi hermano Hudayfah
fallece.

 

LETANÍA PARA “UNA TIERRA”

                                    a modo de Audre Lorde

Para aquellos que viven al otro lado:
podemos verlos, y vemos la lluvia
cuando cae en sus (nuestros) campos, en sus (nuestros) valles,
y cuando se resbala por los techos de sus casas “modernas”
(construidas encima de las nuestras).

¿Pueden quitarse las gafas de sol y mirarnos acá,
ver como la lluvia ha inundado nuestras calles,
como se perforan los paraguas de los niños
con chubascos afilados camino a la escuela?
Nuestras lágrimas han regado los árboles que ven.
No dan fruto.
Las rosas rojas derivan el color de nuestra sangre.
Huelen a muerte.

El río que nos separa es solo
un espejismo que creasteis al expulsarnos.

 

¡ES UNA TIERRA!

Para aquellos que vigilan al otro lado
disparándonos, escupiéndonos,
¿cuánto tiempo estaréis parados ahí, encerrados por el odio?
¿Seguiréis usando vuestras gafas negras hasta
no poder quitároslas?

Pronto no estaremos aquí para que nos vigilen.
No importará si pestañeáis o no,
si podéis o no pararos.
No cruzaréis ese río
para coger más tierras,
porque se perderán en su espejismo.
No podéis levantar una colonia sobre nuestras tumbas.

Y cuando expiremos,
nuestros huesos seguirán creciendo,
hasta llegar y mezclarse con la raíz de los olivos
y de los naranjos, y bañarse en el dulce mar de Jaffa.
Un día, volveremos a nacer cuando no estéis.
Porque esta tierra nos conoce. Es nuestra madre.
Al morir solo descansamos en su vientre
mientras se desvanece la oscuridad.

Para aquellos que ya NO están,
hemos estado aquí siempre.
Hemos estado hablando, pero vosotros
nunca quisisteis escuchar.

 

NOSOTROS Y ELLOS

Quiero construir mi casa en un columpio.
No quiero caminar por esta tierra.
Les hablo sobre el bombardeo de las casas
de cuerpos
despedazados
en
trozos
diminutos,
de un cielo estridente y
un suelo sísmico.

Y ellos,
ellos me hablan de su afán por las florecitas
que no han regado durante horas,
por un canario afligido en la jaula,
por el programa televisivo que no verán esta noche.

Les molestan los oídos al oír las sirenas;
a nosotros nos ensordecen las explosiones.

Sus músculos se tensan de miedo camino al albergue;
a los nuestros los perfora la metralla al rojo vivo.

 

Mosab Abu Toha es un poeta y escritor palestino de Gaza. Se graduó en Filología Inglesa, y empezó a enseñar inglés en las escuelas de La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo entre 2016 y 2019. Es el fundador de la Biblioteca Pública Edward Said, la primera biblioteca en inglés de Gaza. En 2019-2020, Mosab fue poeta y académico invitado por el Departamento de Literatura Comparada en la Universidad de Harvard. También fue bibliotecario residente y visitante en la Biblioteca Houghton y columnista de Arrowsmith Press. Su obra ha sido publicada por Poetry, Solstice, Arrowsmith, entre otras. Es autor del poemario “Cosas escondidas en el oído: poemas de Gaza”, publicado en abril de 2022 por City Lights Books.

Joselyn Michelle Almeida, PhD. es la autora del poemario Condiciones para el vuelo (Libros del Mississippi, Madrid 2019) y de varios estudios y artículos de filología anglo-hispana. Cursó estudios clásicos y filología inglesa en Tufts University, y se doctoró en filosofía y letras de Boston College.  Su experiencia profesional abarca el campo de la lengua y la literatura como docente e investigadora en la Universidad de Massachusetts Amherst y otras universidades estadounidenses, y como editora y traductora. Entre otras, ha sido becaria de la Fulbright y de la National Endowment for the Arts en EEUU.

SHARE