TRES ÁRBOLES Y OTROS poemas del poeta serio Basheer Al-Baker

Traducción de María Luisa Prieto

Basheer Al-Baker ©Suha Hassan

TRES ÁRBOLES

El primero
lo planté en Hasaka (1)
en el patio de nuestra casa
con vistas a Jabur (2).
Un eucalipto,
lo dejé adolescente
y partí lejos.
Mi madre le hablaba al mediodía
hasta que murió.
Aquel olor
permanece en mi nariz.
Cada vez que veo un árbol de esa especie
agarro una hoja
la froto con fuerza
y emana un sudor con perfume a madre
a su hibriya (3) estampada
marca Diyarbakir.
El segundo
lo plantó Elia
el padre de Hanna, nuestro vecino qusuraní 4,
padre de Yosef, Yosefine, Sahar, Adnán y Michel,
hermano de Abdul Masih que emigró a Beirut.
Huyó de Hasaka
cuando abrieron la primera filial de inteligencia militar
en la calle Qamishli.
Una morera pecosa
una mora jaspeada,
rojiza, negra y verde,
hermafrodita como el champán,
lugar de cita del vil gorrión,
picaba la mora
como si amara a su hembra
en la tarde abrasadora.
El tercero
lo compré en un semillero de Burdeos,
lo planté en el jardín de Hazar en Pessac
cuando lo llevamos juntos.
Pensé que no daría frutos
pero las uvas blancas
emparradas allí
no dejaban de crecer
cual arteria
en un cuadro de Salvador Dalí.
Las veo salirse de la escena
a cada visita.
Una parra que charla
como un borracho solo
al mediodía.
Ese es el árbol de la promesa y el secreto,
lánguido por las noches.

1 Ciudad del noreste de Siria (N.A.)
2 Primer afluente del río Tigris. (N.T.)
3 Chal de seda salvaje estampado con colores. (N.T.)
4 Orignario de Al-Qusur, pueblo situado al sur de la ciudad de Mardin, en Turquía. (N.T.)

 

TAL VEZ

Tal vez lo eres
o nadie,
al principio existía la desgracia.
Tal vez una estrella
cayó una noche
o una rosa fue hacia ti
de camino a la mañana.
Tal vez una canción de amor
mientras estabas ebrio sin razón.
Tal vez la copa quedó vacía
y la pregunta permaneció
colgada como un abrigo de invierno
en un viejo armario.

 

FARHÁN

No tengo ninguna fotografía
con mi hermano mayor, Farhán,
que se marchó allí.
No supuse
cuando nos vimos por última vez
que la ocasión no llegara.
Sucedió en Beirut,
cuando me visitó apresuradamente
un poco antes de que estallara la guerra.
Hablamos de todo
pero no pensamos en la fotografía.
Él estaba preocupado,
no tenía miedo
porque volvería a la gran prisión.
El teléfono entre nosotros seguía
sonando en ambas direcciones
mientras Siria permanecía
colgada en los hilos de éter
cual pájaro que vuela
sin llegar.
Si yo estuviera en el lugar de ese hombre
pediría los dispositivos que me impidieran las pesadillas
y me dejaran allí, en Al-Yazira (5)
entre el río y el desierto.

5 Región al norte de Siria (Al-Hasaka).  (N. A.)

 

LOS SERVICIOS SECRETOS

Dentro de poco
sucederá lo que nadie esperaba.
Como si fuera un eco
de un último grito
la foto del presidente
colgada en la pared
caerá espontáneamente
y los servicios secretos desaparecerán
de las ciudades y los campos.

 

TODA ESTA NOCHE

Para mí la elegía
y para ti la pena
cuando posas la cabeza entre las manos
y lloras
cerca de mi camisa colgada en el patio de la casa.
Toda esta noche
y la guerra en mi país
en el gatillo,
la historia del soldado derrotado,
el funeral familiar en el desierto.
Para mí lo que olvidaron los mártires
en el momento del disparo
y para ti en el último capítulo
los nombres de los pueblos
que están siendo destruidos,
las calles vacías
de gatos y perros.
Toda esta noche es mía,
el tanque averiado cerca del vertedero,
la llave de la casa,
el sauce junto al río,
la sangre en las paredes
y el burro junto al pozo
velando solo.
Toda esta noche es mía,
sin recuerdos
excepto lo que queda del último éxodo,
sin días
excepto lo que se escapa
de los bolsillos de los campesinos
cuando esparcen las semillas para los pájaros.
Toda esta noche es mía,
el insomnio del francotirador
y los aviones de combate
cuando lanzan su carga entre las casas
y tuyos son la ceniza, el olor a pólvora
y el miedo que albergas
huyendo por los caminos del Guta oriental (6).
Toda esta noche,
no queda nada para los bárbaros
y tú tienes la mano que saluda en la despedida
cuando caminas al borde de la muerte
y los pasos de otros te preceden,
vecinos, amigos
y esos tiradores no entrenados,
mártires prematuros.
Toda esta noche
intento recordar
y olvido.
Toda esta noche
sin nadie
excepto la policía
y las puertas altas de las cárceles
que construyó el partido únic
para recordar el miedo en las fronteras del desierto.
Toda esta noche repleta de víctimas
viene de ruinas lejanas,
avanzan en la vigilia
entre pesadillas.
Estoy en la noche de los bárbaros
como quien escucha a los muertos
en mil y una noche.
Toda esta noche es mía,
no hay compañeros en el dolor,
fuego sin fin.
Tú estás allí,
dejas los muebles solos,
y yo estoy aquí
con las manos en los bolsillos,
como si después de la tarde de la guerra
no experimentáramos el amor,
como los pájaros
olvidamos el pan y el agua
en la mesa,
solo los días restantes
nos dimos cuenta
al contar los fragmentos.
Toda esta noche
no hay vuelta atrás
para que regreses a Guta
la próxima primavera.

Abu Dhabi, noviembre 2012

(6) Región agrícola que rodea la ciudad de Damasco por el sur y el este, y recibe agua principalmente del río Barada.

 

HASAKA SIEMPRE

En el verano
por la mañana,
antes de que los coches se despierten
vienen las imágenes de los pueblos desde lejos
y el aroma a uva, higo y sandía.
Una dicha que apenas conocimos
hasta que la perdimos.
¡Campo lejano!
No te muevas de ahí
espérame siempre
al final de la semana.
Sigo cumpliendo mi promesa:
cada vez que veo un árbol
le encuentro una raíz
mesopotámica.
Con ese intenso calor
las bandadas de gangas
acompañaban a las milayas (7)
desde los pueblos de Hasaka
hacia los lejanos vados del Jabur.
En esos días
las gangas dibujaban los límites de Al-Yazira
desde Nusaybin hasta el Éufrates
y desde Mardin hasta Rakka
vagando por el trigo de los clanes.
Adiós Jabur,
a los sauces, los álamos y los eucaliptos
en el jardín de nuestra casa
donde aprendí a volar
y no regresar
a estos campos verdes de mi vida.
Nací en Hasaka
entre el Éufrates y el Tigris
a orillas del Jabur
en una casa grande
cerca de una escuela cristiana con vistas al Jabur.
Nuestro vecino Yosef me enseñó natación,
astronomía y árabe.
La pizarra está casi pelada,
sólo una aleya coránica de la “Azora de la vaca” (8)
se ha mantenido en el tiempo.
De pequeños
teníamos nuestras formas de leer
pero Yosef nos enseñó
que la lectura es como el ajedrez,
teníamos que jugar con habilidad
como si fuéramos los últimos soldados
en las líneas de fuego.
En esos días
de aquellos tiempos lejanos
éramos vecinos de la luna
en el campo de Hasaka.
En las laderas de Tell Brak (9)
jugábamos a las hadas por la noche
sin darnos cuenta de que dormíamos sobre la Historia.
En medio de un descuido se cayó de la colina
y nadie se enteró.
En esos días
no nos quedaron tierras
excepto estas agujereadas por balas.
Ahora, en este calor que arde
con lentitud y paciencia
el pájaro solitario revolotea alrededor de la palmera.
En silencio escucho, como quien extraña esos pueblos
en el verde campo de Hasaka.
De allí viene el olor a cebada en mayo,
allí, a lo lejos, estaban las primeras ovejas
pasando por la hierba fresca
a la que el sol aún no había llegado.

 

(7) Manto negro de calle, de algodón o seda,  con que se cubren algunas mujeres árabes de la cabeza a los pies. (N.T.)
(8) Es la segunda y más larga azora o capítulo del Corán, compuesta de 286 versículos o aleyas. (N.T.)

(9) Colina arqueológica, situada a 42 Km de Hasaka, en el noroeste de Siria. (N.T.)

 

REGRESO DE LOS BÁRBAROS

Ojalá no hubiéramos abandonado la tierra,
podríamos haberla sacado de contrabando
lejos de las balas
como el tabaco turco
desde Mardin
enrollado bajo los pantalones
luego la pondríamos al sol detrás de las barreras
sobre la bandera de la revolución.
Y en la distracción de los guardias
al final de la noche
la fumaríamos cual flor de fiesta
bajo cielos despejados.
Y como los otros
que somos nosotros
podríamos habernos quedado
como individuos y grupos
en las plazas públicas
esperando la revolución
con los sudarios de los mártires.
Ojalá hubiéramos gritado juntos
al comienzo del día
antes de que fuera demasiado tarde:
“¡La de la trenza rubia!”
y no la hubiéramos dejado allí
revoloteando cual pájaro
entre alambres de púas
a punto de caer
en lo que se tornó
cadáver divino
en cementerios santos.
Primero balas,
caravanas de mártires
y desplazados.
Ha pasado la tercera primavera
y aún no hemos amortajado a nuestros muertos,
la hierba ha crecido bajo ellos
mientras esperan a la intemperie.
Ojalá antes de las exequias
le hubiéramos tomado la última foto
en un día soleado
siendo cálida
como el corazón de un niño ciego.
Antes de que llegaran los bárbaros
tendríamos que haber expulsado a los predicadores
y habernos quitado el sombrero ante el campo
mientras descendía
desde los pueblos lejanos
con kufiyas rojas (10)
a la vista de guardias extraños.
Cuando a nadie le importa la sangre
por la intensidad de la matanza
los campesinos habitan
sus tumbas en el cielo.
Como niños, nos sorprendimos
con las miradas de los soldados,
francotiradores en las esquinas
constantemente,
los que no se conformaban con matarnos
empezaron a sentirse cansados
a causa del odio.
Los procedentes de las montañas
ya no tenían sueños rurales,
cayeron en los combates de los suburbios
sin dejar rastro
en los registros de los soldados desconocidos.
Al final del circuito
no necesitábamos cavar nuestras tumbas
mientras la guerra no terminase.
A la espera de más masacres
tuvimos que enterrar el miedo
con la dignidad de los que duermen
bajo la tierra
desde hace mucho tiempo.
La guerra sola
con su ropa de camuflaje
se sienta
en los balcones de las casas
siempre alerta,
como una madre
que hubiera perdido a sus tres hijos.
Afrontemos la cuestión:
es hora de volver a los bosques
para matar a los lobos
con nuestras propias manos.

París, octubre de 2013(10)

(10) Pañuelo tradicional de Oriente Medio y Arabia, de tela blanca de algodón fino con un estampado rectangular o cuadrado en color rojo o negro. (N.T.)

 

Basheer Al-Baker es un poeta y periodista, nacido en la gobernación de Al-Hasaka (noreste de Siria), en 1956. Con poco más de veinte años se marchó de su país dirigiéndose a Beirut. Vivió allí dos años y partió en 1982, en el barco que condujo a Yasir Arafat a Atenas. Tras una breve estancia en Chipre y Túnez se instaló en París, donde trabajó como periodista en la revista semanal El séptimo día. Obtuvo el premio de periodismo árabe en Dubai y participó en la fundación de la revista Casa de la poesía en Abu Dhabi. En 2014 contribuyó a la fundación del periódico El nuevo árabe, que se publica en Londres, y fue su editor jefe hasta 2019. En 2023 publicó la obra Biografías de otros, consistente en retratos de figuras árabes que contribuyeron a conformar la escena cultural y política árabe. Ha publicado diversas obras en prosa, algunas de tema político, y los poemarios El ahorcamiento del cardenal, Lámparas para un pavimento europeo, La tierra de otros, No para la Mona Lisa, Después de París y El regreso de los bárbaros. Algunos de sus poemas se han traducido al inglés, francés y turco.

María Luisa Prieto es licenciada y doctora en Filología Árabe por la Universidad Autónoma de Madrid, con premio extraordinario de licenciatura y de doctorado. En la actualidad es profesora titular de Lengua y Literatura árabes en la Universidad Complutense de Madrid. Ha realizado numerosas investigaciones dentro del campo de la literatura árabe contemporánea y ha publicado más de treinta obras literarias traducidas del árabe, la mayoría de ellas del premio Nobel Naguib Mahfuz, y también de otros autores como Mahmoud Darwish, Nizar Qabbani, Adonis, Jabra Ibrahim Jabra, Gassán Kanafani o Hanan al-Shaykh. También ha traducido poemas de Abd al-Wahhab al-Bayati, Badr Shakir al-Sayyab, Fadwa Tuqan, Muhammad al-Magut, Muin Basisu, Nazik al-Malaika, Samih al-Qasim, Wadih Saadeh, Abu l-Qasim al-Shabbi, Sargon Boulus, y de poetas clásicos, entre ellos al-Jansá, Abu Firás al-Hamdani, Ibn Zaydún, Ibn Hani, Ibn Hazm, Ibn Jafaya, Ibn Arabi e Ibn Zamrak. Es editora de la página de poesía árabe poesiaarabe.

 

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