Los diarios de Waguih Ghali: un escritor egipcio de los locos años 60

Reseña de Anna Ziajka Stanton sobre May Hawas (ed.)
The Diaries of Waguih Ghali: An Egyptian Writer in the Swinging Sixties
Los diarios de Waguih Ghali: un escritor egipcio de los locos años 60
The American University in Cairo Press, 2017
ISBN 978-9774168123

Una experiencia extrañamente íntima

 

A pesar de la escasa obra que publicó durante su corta vida, Waguih Ghali es un nombre familiar para muchos lectores de literatura árabe. Su única novela, Beer in the Snooker Club (1964) (Cerveza en el Club de Snooker, traducida al español por Güido Sender Montes, 2012), se convirtió en una obra de culto que, tras el suicidio del autor en 1969, fue aclamada por fieles seguidores durante décadas y, en la actualidad, universidades de todo el mundo la incluyen en sus programas de literatura. Escrita en inglés y ambientada en gran medida en el Egipto de los 50, la novela desafía la categorización: en parte historia de iniciación, en parte documento sociohistórico y en parte crítica mordaz del pugilístico y excluyente carácter del nacionalismo egipcio del presidente Gamal Abdel Nasser. Cerveza en el Club de Snooker se tradujo al árabe en 2006 y de nuevo en 2011, y recientemente ha encontrado una nueva audiencia en el Egipto posterior a la primavera árabe, donde ha sido reconocida como una advertencia de los peligros del gobierno militar.

Nacido en Alejandría alrededor de 1930 en el seno de una familia copta, Ghali hablaba árabe y francés en casa; aprendió también el alemán, aunque para escribir prefería el inglés. Los diarios de Waguih Ghali, recientemente publicados en dos volúmenes por la American University in Cairo Press y editados por May Hawas, demuestran una  capacidad estilística de prosa en inglés que resulta conmovedora, lírica y abiertamente honesta. Para aquellos que han leído Cerveza en el Club de Snooker, la voz del autor, Ghali, les parecerá a la de Ram, el enamorado y devastadoramente cohibido protagonista de la novela, cuya existencia despreocupada enmascara una inquietud existencial con su propio lugar en el universo. Ya sea quejándose de los afectos inconstantes de una nueva novia, denunciando la hipocresía de sus amigos adinerados -que se niegan a prestarle dinero pero a quienes les encanta que los agasaje con alcohol y apetecibles comidas en su humilde apartamento- o lamentándose por su incapacidad de escribir una segunda novela, la conciencia de Ram parece aflorar en cada oración de los diarios de Ghali, tentando al lector a fusionar autor y creación literaria, diario y novela.

Sin embargo, por varios motivos, los diarios de Ghali no son una mera continuación de Cerveza en el Club de Snooker revestida de verosimilitud y agallas. A modo de  ejemplo, sorprende conocer a la verdadera Edna, a quien Ghali reconocía haber tomado como inspiración para recrear el amor interesado de Ram en la novela. En los diarios ella aparece como una judía adinerada afincada en Londres a quien Ghali explota sin tapujos por dinero y sexo puntual. Sin embargo, a pesar de distinguir a la Edna real de la ficticia, Ghali parece estar convencido de que, de alguna manera, los dos podrían ser uno mismo: “Incluso yo mismo he llegado a creer que ella existía”, escribe. Por otro lado, mientras que en Cerveza en el Club de Snooker el tono melancólico se ve atenuado por los estallidos de humor y la narración sostenida por las relaciones que Ram establece con otros personajes menos descontentos que él, los diarios de Ghali tienen menos contrapuntos. En varios momentos Ghali cae en una depresión tan profunda que su relato amenaza con colapsar bajo el peso inminente de su inevitable desenlace: la muerte del autor por una sobredosis deliberada de pastillas para dormir poco antes de cumplir los 40.

Los diarios publicados reproducen el contenido de seis cuadernos que Ghali escribió entre 1964 y 1968. El primer volumen se centra principalmente en la época en la que vivió en la Alemania Occidental, donde trabajó como burócrata en una oficina del ejército británico. El segundo volumen retoma la narración después de que Ghali se mudara a Londres a instancias de su editora, Diana Athill, quien lo alojó en su propia casa y a quien Ghali confió sus diarios tras su muerte. La prolija edición de Hawas permite al lector transitar con holgura entre los dos delgados volúmenes, todo un logro dada la ortografía errática de Ghali -ejemplos de la cual se conservan en los textos publicados- y su inclinación a escribir bajo los efectos de las drogas. Los diarios, que hasta ahora estaban disponibles únicamente en un documento pdf de casi mil páginas, manchado con tinta del puño de Ghali y mantenido gracias a una colección de la biblioteca de la Universidad de Cornell, representan hoy un valioso recurso tanto para los estudiosos de la literatura árabe de expresión inglesa como comparatistas, historiadores culturales y todo lector deseoso de saber más acerca de este escritor único y enigmático.

La imagen que se muestra de Ghali en los diarios es la de un escritor que paradójicamente, pese a sufrir una depresión devastadora, encuentra mucho que apreciar en el mundo: desde las delicias de una ensalada bien preparada y servida con falafel egipcio y nueces recién tostadas (la comida que más le gusta preparar cuando acoge a amigos para cenar) hasta los placeres de la intimidad sexual. Sobre este último tema Ghali tiene mucho que decir ya que describe un desconcertante abanico de encuentros con docenas de mujeres durante su estancia en la Alemania Occidental y posteriormente en Inglaterra. Al observar cuán hábilmente Ghali conduce a las mujeres hacia dentro y fuera de su vida y dormitorio, cabe preguntarse cuán real es el conquistador de mujeres descrito en estos volúmenes. ¿Estaría cediendo a la tentación demasiado humana de crear su propia imagen para la posteridad, consciente, mientras escribe, de que sus diarios están destinados a vivir más que su autor? En cualquier caso las narraciones de Ghali sobre los elaborados procesos de seducción y artificio que subyacen a estas relaciones son cómicas y conmovedoras, y demuestran su extraordinaria capacidad de introspección acompañada de un agudo sentido de lo absurdo en los deseos humanos, y no solo en el suyo.

El informe de un viaje que Ghali realizó a Israel poco después de la fallida acción militar del 67 dirigida por los egipcios para reclamar Palestina, resulta particularmente divertido. Ghali critica al todavía incipiente estado de Israel, así como las injusticias que se perpetúan contra la población palestina local, al tiempo que se declara sorprendido por las afinidades que observa entre su cultura egipcia nativa y la de los colonos judíos. Los minuciosos retratos que Ghali ofrece de los jóvenes y adinerados de la Alemania de la posguerra y de Londres durante los años 60 (la era de los Beatles, las manifestaciones contra la guerra de Vietnam y el amor libre) representan valiosos archivos históricos por derecho propio. La aguda mirada de Ghali siempre atina a la hora de captar el matiz de una costumbre, un manierismo, una tendencia o una referencia popular.

Si hay algo verdaderamente trágico en la biografía de Ghali es que su “enfermedad” -como él lo llama- logra en ocasiones superar su capacidad preternatural de autoconciencia. Athill es quizás el único individuo en estos diarios que parece cuidar genuinamente de Ghali y, sin embargo, las descripciones que el autor realiza de ella llegan a ser brutalmente crueles. Cuando ella ojea sus diarios se produce una pelea que casi rompe su amistad. Ella lo perdona [aunque en 1986 se desquitará en sus memorias, tituladas After a Funeral (Tras un funeral), en las que describe a Ghali como un ingenuo oriental apenas civilizado que “más parecido a una cabra que a una gacela”], pero el lector se cuestiona si Ghali merece realmente su buena disposición -o incluso la nuestra. Acompañar a Ghali a lo largo de esos últimos cuatro años de vida significa reconocer su depresión por lo que fue: una condición que tal vez hoy podría haberse superado mediante intervención médica, pero que para el propio Ghali era una enfermedad de la que simplemente no podía escapar, sin importar lo duro que luchara contra ella.

Leer los diarios de otra persona es una experiencia extrañamente íntima que conlleva un corte temporal de la propia conciencia para pasar a habitar la de un extraño. Aventurarse dentro de la mente de Waguih Ghali es sentir su dolor pero también su alegría; disfrutar de los atolondrados placeres de una vida vivida al máximo a pesar de su brevedad. Este es el regalo que Hawas y la AUC Press nos ofrecen: descubrir por nosotros mismos el funcionamiento interno de un hombre simpático, talentoso y sumamente complejo.

 

 

 

SHARE