SOY DE LA TIERRA DE GILGAMESH, poemas de Khalid Al-Maaly


Traducción de María Luisa Prieto

Khalid Al-Maaly ©Samuel Shimon

 

SILBAMOS SUS MELODÍAS

En las canciones, cuyas melodías silbamos en silencio,
regresamos del viaje del dolor a casa
y por el camino de chacales que tomamos
el lobo pasa al atardecer.

Nuestros cuerpos tiemblan y los dientes castañetean
de miedo. Aceleramos el paso antes de que se abalance
sobre nosotros. Gritamos fuerte y en sueños
corremos y corremos antes de saltar

sudorosos: el sol pronto saldrá,
los pájaros vuelan y todo permanece
como lo dejamos: el libro del dolor está abierto
y la brisa de la mañana pasa las páginas…

En las canciones, cuyas melodías silbamos en silencio
al caminar, lluvias de tristeza caen sobre
nuestros cuerpos que han perdido su agua, se embriagan
de nuevo y salimos de nuestros lechos para
mirar el mundo en este día.

Beirut, 25/6/2010

EN LA CAMA ESPERA

No pensaba en su vida cuando
caminaba con las manos vacías,

la ilusión lo arrastraba mientras caminaba dócilmente
gritando, cuando sentía dolor, o

cuando la nostalgia saltaba en su subconsciente.
Estaba allí, desnudo de todo,

a su alrededor había barro, niebla y viento.
Caminaba con las manos vacías,

aún no llevaba muletas, no vio
los espectros desvanecidos de su pasado,

el pozo no se había secado
y los pájaros seguían mostrándose a lo lejos

pero la imagen se nubló por completo,
la luz se apagó y la niebla de los años

se diluyó a su alrededor, las visiones se oscurecieron
y terminó tumbado en la cama, esperando.

Erbil, 11/7/2010

SUEÑOS EN ERBIL

Siempre que me iba a dormir, caminaba
descalzo por las montañas y por las llanuras

y siempre que salía de casa, me olvidaba de
mis cosas y me quedaba despierto

toda la noche, pensando en lo que
había, en estas estrellas y tejados

desnudos a lo lejos, quién era yo
y cómo el destino me había puesto en
el platillo de la balanza, cómo sobreviví
y vi a mis compañeros, para quienes se habían estrechado

los caminos de la vida. Murieron de pena
y caminaron a las tumbas individualmente

o las balas los persiguieron por los frentes
y fueron alimento de las fieras, veía

el recuerdo de lejos, el espectro de sus risas
al aparecer en la lejana imagen de
la alegría, sus dientes blancos
y su cabello, esas imágenes que

se desvanecieron por completo, y cada vez que
me dormía, caminaba descalzo

detrás de los corazones heridos, detrás de la fantasía que
aparecía, luego desaparecía cuando

tenía que levantar la manta y bañarme
rápidamente: el camino al aeropuerto no era corto.

Erbil, 12/7/2010

SOY EL QUE…

Soy el que no encontró una vida en la que llorar:
anduvo mucho por el camino
y cuando extendió la mano para llamar a la puerta
todo se desvaneció, sus ojos
se perdieron y volvió a cualquier
rincón, a sentarse con los ojos cerrados.

Beirut, 23/7/2010

EL POZO DE LA AMARGURA

Quería vivir solo
lejos de las sombras, de las luces.

Quería vivir en la ciudad
fugitivo del mundo, dejando

cada injusticia en su lugar, escuchando al que
siempre martillea con el clavo de sus pensamientos.

Luego, cuando se despierta,
se los quita cual legado y los envuelve en una bolsa

para ir descalzo por la ciudad.

Sabía que el recuerdo lo volvería a
ver y le daría forma, sabía que

el eco que le devolvieron
no era ese eco

ni el sonido era el suspiro que soltó
antes de caminar, no era ese sonido.

Sabía que penetraba en el bosque de las penas
y tiraba el cubo en el pozo de la amargura.

Beirut, 1/8/2010 

EL REGRESO DE LA GUERRA -2-

Cuando regresó
-la guerra no había terminado-
se vio caminando descalzo
en el desierto, sin llevar nada.
El aire soplaba caliente, no era
el calor del verano porque el verano
no había llegado. Cuando regresó
-la guerra no había terminado- quiso
hacer el camino solo, pero
los recuerdos no se lo permitieron

y se cayó al lado del camino, tal vez
llorando o queriendo descansar.

Cuando regresó permaneció acurrucado al lado
del camino, seca su carne, desvanecida su imaginación.

Beirut, 8/8/2010

LOS DÍAS SON PERROS

Los días son perros, y en nuestro camino caminan
para ladrar a los caminantes como nosotros, para correr
hoy aquí y saquear nuestras provisiones
dejándonos desconcertados ante los recuerdos que
surgen de lejos cual espejismo.

Colonia, 2/1/2011

Khalid Al-Maaly nació en Samawa, Iraq, en 1956. Es poeta, traductor y editor. Se marchó de Iraq por motivos políticos en 1978 para residir en Beirut, después en Francia y desde 1980 en Colonia, Alemania, donde fundó en 1983 la editorial Al-Jamal, en la que se han publicado obras de autores occidentales traducidos al árabe, así como obras de autores árabes. Ha publicado diversos poemarios propios, entre ellos: Ojos que pensaron en nosotros, Silueta de caña, Aterrizaje, Regreso al desierto, Zapatos, y ha traducido obras de destacados poetas árabes contemporáneos. Ha recibido varios premios, entre ellos el Rolf Dieter Brinkmann, otorgado por la ciudad de Colonia, y el premio de la Feria Internacional del Libro de Sharja. Los poemas aquí traducidos pertenecen al poemario Soy de la tierra de Gilgamesh, publicado en árabe en 2013.

María Luisa Prieto es licenciada y doctora en Filología Árabe por la Universidad Autónoma de Madrid, con premio extraordinario de licenciatura y de doctorado. En la actualidad es profesora titular de Lengua y Literatura árabes en la Universidad Complutense de Madrid. Ha realizado numerosas investigaciones dentro del campo de la literatura árabe contemporánea y ha publicado más de treinta obras literarias traducidas del árabe, la mayoría de ellas del premio Nobel Naguib Mahfuz, y también de otros autores como Mahmoud Darwish, Nizar Qabbani, Adonis, Jabra Ibrahim Jabra, Gassán Kanafani o Hanan al-Shaykh.

Para más poems de Khalid Al-Maaly
vea el número completo de
Revista Banipal, núm 11, verano 2023

SHARE